En este práctico te explicamos meticulosamente cómo debes utilizar tu cámara de fotos digital para sacarle el máximo partido en cualquier escenario de uso y, sobre todo, sin dificultad.

Nivel: Básico

Antes de pulsar el disparador, conviene pensar cómo quieres que salga la imagen, imaginar el resultado que deseas y meditar de qué manera usarías la cámara para conseguirlo. No se trata solo de apuntar y disparar. Con paciencia, y una vez que hayas adquirido cierta práctica, serás capaz de reducir el tiempo que media entre pensar la foto y hacerla. Como en casi todo, la experiencia es una aliada de gran valor cuando se trata de conseguir los mejores resultados en alguna actividad.

Tener soltura con los botones y los diales de la cámara propiamente dicha será otra parte fundamental que deberás trabajar; pero, de momento, esta primera etapa está enfocada a darte indicaciones sobre técnicas creativas aplicables a todo tipo de máquinas fotográficas. Es decir, se trata de recursos que no dependen tanto del hardware de la cámara, pero sí de habilidades que pueden aprenderse desde el punto de vista creativo.

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De todos modos, para cada técnica indicaremos qué tipo de cámara encaja mejor y cuál peor, según las limitaciones impuestas por cada tipo de hardware. Por ejemplo, en un móvil es imposible trabajar con las profundidades de campo usando las propiedades ópticas de la lente, aunque sí que hay posibilidades de simular efectos de este estilo mediante software.

 

1. Composición y encuadre

De todas las técnicas creativas, la composición y el encuadre son posiblemente dos de las más importantes que se han de trabajar. Están relacionadas, y a veces pueden confundirse, pero hay matices que diferencian ambos conceptos. El encuadre tiene que ver con elegir los límites de la fotografía, que serán los que constituyan los bordes de la misma. Mientras, la composición tiene que ver con la disposición de los elementos en la foto. Como ejemplo usaremos una foto simple que permite jugar con distintas formas de hacerla.

Imagina que estás en un paraje, como el de la foto que ilustra este paso, en Idanha A Nova (Portugal), un tanto agreste, con mucha gente y mucha naturaleza (y polvo y calor también). Analizando la imagen tienes varios elementos: por un lado, los tres paseantes, que son el centro de atención de la foto, aunque hay otros secundarios: el coche, el ciclista y el campamento. No todos los elementos deben estar presentes en la instantánea y es precisamente esta circunstancia la que merece la pena que tengas en cuenta de cara a entender el encuadre y la composición.

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Empecemos por lo obvio. En la composición vertical solo aparecen dos personas caminando. Si hubiésemos incluido la tercera (la de la foto anterior), se hubiera roto la verticalidad de la escena. Hemos elegido un determinado tipo de composición, seleccionando qué elementos del entorno intervienen en la foto final. El ciclista es importante de cara a conseguir perspectiva, del mismo modo que el campamento en el fondo. Así, se consigue transmitir la idea de camino en una dirección. Con una meta. Ir y venir.

En esta foto, lo cierto es que el coche sobraría perfectamente, pero no siempre podemos elegir todos los elementos. En este caso, el encuadre tiene que ver con seleccionar cuánto suelo se ve entre los pies y el borde inferior, que en este caso estaría condicionado también por la decisión de tener o no el campamento en la esquina superior izquierda. Podríamos haber quitado el coche fácilmente cambiando el encuadre, pero nos hubiésemos cargado el campamento y la gente del fondo y cortado al ciclista.

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En la composición horizontal sí hemos incluido a los tres personajes. Esta vez, la figura del caminante más bajo de estatura juega a favor de esta horizontalidad. Es una decisión que tiene que ver con la composición, así como la de mantener al ciclista y al coche, que ahora sale con más protagonismo. En este caso, hemos decidido prescindir del campamento, aunque no de las personas en el fondo, que aportan la idea de «ir a alguna parte».

Otros elementos que juegan a nuestro favor son, por ejemplo, la línea de corte del camino. Jugando con diferentes distancias focales, podríamos tomar otra foto en horizontal en la que sí apareciese el campamento como punto de fuga, de forma similar a la captura original. Si en las otras imágenes el punto de fuga que confería la idea de meta eran las personas en el fondo, ahora la escena cambiaría y el «destino» de nuestros paseantes pasaría a ser el campamento propiamente dicho.

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El elemento principal seguirían siendo los paseantes, pero en este caso «llenarían» menos la foto y pasarían a compartir protagonismo con el campamento. Se trata de usar otro truco en la composición que es de tipo geométrico. Lo veremos con más detalle en el siguiente apartado, pero si trazáramos cuadrantes en la foto, el campamento debería estar en el cuadrante opuesto (superior izquierdo) al de los paseantes (inferior derecho) y le habríamos dado simetría, haciendo que llenase la foto tanto como nuestros tres personajes.

 

2. Las reglas de los tercios

En composición y encuadre hay una regla que generalmente suele funcionar de cara a conseguir una composición equilibrada. Se usa de forma generalizada, tanto para paisajes como para ubicar a personas en una escena con gente o para fotos donde el protagonismo lo tenga la arquitectura. En realidad, también se emplea otra proporción, la denominada Áurea, aunque para el caso que nos ocupa nos arreglaremos con la regla de los tercios para no complicar demasiado la cosa.

En cualquier caso, cuando activas la cuadrícula en el visor de la cámara, automáticamente te marcará las proporciones adecuadas para «encajar» los elementos de las escenas en ellas. Para este caso, usaremos una foto típica de paisajes que combina cielo y mar. Podría ser cielo y tierra también. El asunto es que haya una (o más) líneas divisorias claras en el escenario que vayas a inmortalizar. Se trata de una foto del Golden Gate en San Francisco.

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Hay mil formas de sacar la foto del puente, pero para no complicarte la vida, la regla de los tercios no suele fallar. Divide la imagen en tres franjas horizontales, cada una ocupando aproximadamente un tercio del total, y también en tres franjas verticales. Y ahora trata de encajar la imagen de modo que haya dos tercios de cielo y un tercio de mar y puente. De este modo, obtendrás una composición equilibrada para el cielo, el mar y el puente. Los puntos donde intersectan las líneas divisorias son importantes también, y pueden servir para «enganchar» elementos donde quieras captar la atención en mayor o menor medida.

Aquí, el mercante que pasa bajo el puente está cerca de uno de los puntos de interés. Las líneas de color rojo corresponden aproximadamente a la proporción Áurea, que permite calcular puntos útiles para «encajar» elementos que introduzcas en la composición de una escena. En concreto, el punto donde intersecta la diagonal con la línea que va de la esquina superior derecha hacia el vértice inferior derecho del cuadrado. Otro ejemplo, esta vez con uso combinado de dos zonas, de manera que la regla de los tercios nos permite encajar el primer plano con la mesa y la arena, y el mar y el horizonte con el perfil de la montaña de fondo.

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3. Marcos

Si bien la regla de los tercios y la proporción Áurea están más relacionados con la composición que con el encuadre, el apartado de los «marcos» entra directamente en este apartado. La idea es simple: usar elementos de la escena para crear un marco natural para la imagen. Ya pondrás un marco para la foto si es que te decides a imprimirla; pero, por lo pronto, si encuentras elementos de la escena que estás contemplando que permitan crear este tipo de efecto, genial. Experimenta con ello. Puedes usar tanto elementos naturales como artificiales. O Incluso llevar a cabo tu propia producción para conseguir el efecto deseado.

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En nuestro ejemplo, usaremos un elemento que casi nunca falla: los árboles. En la foto de ejemplo, el puente Golden Gate se localiza en el centro como protagonista de la imagen, pero aparece orlado por las ramas de los árboles con un efecto de contraluz que deja entrever únicamente su estructura irregular. Las posibilidades son realmente inmensas, tantas como seas capaz de imaginar. Yendo un paso más allá, podemos incluso combinar el enmarcado con la superposición de texturas.

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En el ejemplo siguiente, un tanto más elaborado, vimos que el Golden Gate se dibujaba tras la ventana de la cárcel Alcatraz. Por lo tanto, usamos el marco de las ventanas para conseguir un efecto llamativo y original donde, además, jugamos con las texturas de los cristales sucios para dar una estética más carcelaria si cabe. La clave está en mirar y analizar la escena para saber con qué elementos podemos operar.

 

4. Utiliza texturas

Otra técnica creativa que puede usarse prácticamente con cualquier tipo de cámara es el recurso de las texturas. Es decir, usar elementos de las escenas que se superpongan sobre la imagen principal, de forma que aporten un efecto dramático, o incluso significado. Por ejemplo, una valla superpuesta a una escena de un paisaje puede aportar la idea de frontera o límite. Lo mejor es acudir a un ejemplo. El del apartado anterior, usando la ventana superpuesta sobre el puente es uno, pero mostraremos algunos menos rebuscados. Por ejemplo, rejas de cierres.

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En la foto de ejemplo, hemos fotografiado un paraje urbano tras la malla metálica, confiriendo un efecto de frontera que puede resultar interesante en algún caso. Otro ejemplo lo tenemos usando estructuras tales como el cableado del tendido eléctrico. En este modelo tenemos Alcatraz de fondo, con todo el entramado de cables de la ciudad de San Francisco superpuestos, lo cual da una idea de arbitrariedad y desorden caótico muy propio de escenas urbanas.

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Jugando con proyecciones o con sombras (un caso particular de proyección), podemos obtener también efectos interesantes. En este último ejemplo, la sombra proyectada por las ventanas sobre el mobiliario de oficina permite obtener una instantánea cuando menos intrigante del interior de la cárcel de Alcatraz.

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