
El F10 era un reproductor con capacidad de 32 Mbytes ampliable a 64, lo suficiente para codificar unas cuantas canciones a 128 Kbps. El tiempo luego se encargo de hacer irrisoria su capacidad.
Mientras sus dimensiones 91 x 70 x 165,5 mm, lo convertían en un dispositivo manejable para la época. El fabricante utilizaba como reclamo que era “más pequeño que un disquete”.
La conexión se realizaba al PC mediante un puerto paralelo y su pantalla LCD sólo facilitaba la pista que se estaba reproduciendo.
No llegó a ser un aparato con éxito de ventas debido a que pocos meses después salió al mercado Río PMP300. Su competidor hizo que el primer reproductor de la historia rebajase su precio a los 200 dólares y tuviese que evolucionar al F20, un modelo similar que utilizaba tarjetas SmartMedia de 3,3 v y que funcionaba con una pila AA en lugar de una batería recargable NiMH.
Hoy los hay ya desde 40 euros, algunos pasan de los 20 Gbytes, y sobre todo… han incorporado el vídeo.